Tal día como hoy, el 14 de febrero de 1530, el sangriento conquistador español Nuño Beltrán de Guzmán quemaba vivo al Rey Tangajoan.

Miembro de una ilustre familia castellana, la figura de Nuño Beltrán de Guzmán es asociada a las peores atrocidades cometidas por los españoles en el nuevo mundo.

Llegado a Nueva España como gobernador de Pánuco, cargo para el que había sido nombrado en el año 1525, Nuño Beltrán de Guzmán se dedicó a la trata de esclavos, llegando a vender diez mil indígenas según los relatos de fray Juan de Zumárraga.

Rival de Hernán Cortes, Nuño Beltrán de Guzmán consiguió permisos de la Audiencia para explorar y conquistar las regiones que todavía no habían sido colonizadas por el conquistador de México. Con gran número de esclavos, un puñado de soldados y varios cañones emprendió una expedición para conquistar estos territorios de la región occidental de Nueva España.

Nuño Beltrán de Guzmán asoló toda la Nueva España que todavía no estaba en manos españolas. Fundó villas efímeras y destruyó toda población indígena que encontraba a su paso vengando ferozmente la falta de éxito en su intento por encontrar tesoros y riquezas.

A pesar de su crueldad, la Corona lo nombró gobernador de Pánuco aunque finalmente se le pidieron explicaciones por sus actos después de un largo juicio. Las influencias de sus familiares le evitaron caer en desgracia. Nuño Beltrán de Guzmán pudo guardar sus encomiendas y su posición en la Corte pero tuvo que permanecer confinado en el Castillo de Torrejón de Velasco, lugar en el que probablemente falleció.