Tal día como hoy, el 14 de noviembre de 1774, concluía en la bahía de La Habana, actual Cuba, la construcción de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, la fortaleza española más grande de América.

Su construcción comenzó en 1763 por orden del Rey Carlos III, monarca que dio nombre a esta fortaleza. Las obras fueron llevadas a cabo por el ingeniero militar Silvestre Abarca en el mismo sitio por el que los ingleses habían abierto una brecha que les permitió rendir la ciudad en 1762, la ribera alta del Puerto de la Habana.

Sus diez hectáreas de extensión y sus más de 700 metros de muralla la convirtieron en la fortaleza española más grande de la isla y América.

Su complejo diseño aplica los conceptos más avanzados de la ingeniería militar del S. XVIII hasta el punto de convertir a la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña en todo un exponente.

Su capacidad militar era grande. También lo era el armamento que guardaba. Se estima que la fortaleza llegó a contar para su defensa con 2.000 soldados y 245 piezas de artillería.

Desde su construcción albergó a las unidades de élite del ejército español en Cuba. Durante las guerras de independencia sirvió como prisión y su foso fue usado para llevar a cabo fusilamientos. Sus celdas alojaron a revolucionarios como José Martí. Otros como el ‘Che Guevara’ lo usaron como comandancia.

Actualmente la fortaleza es un museo declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, al igual que el resto de la ciudad vieja de La Habana, en el que se exponen documentos y testimonios del ‘Che Guevara’. Sin embargo, la edificación todavía recuerda el paso de los españoles cada día a las nueve de la noche, hora en la que un grupo de personas vestidas con el uniforme del ejército español del S. XVIII lanzan un cañón para recordar el momento en el que se anunciaba el cierre de las murallas de la ciudad.