Tal día como hoy, el 2 de febrero de 1852, mes y medio después de haber dado a luz a la infanta Isabel ‘la Chata’, la Reina Isabel II sufría un intento de asesinato en el interior del Palacio Real.

Aquella mañana, la Reina Isabel II se dirigía a la Basílica-Parroquia de Nuestra Señora de Atocha para dar las gracias por el nacimiento unos meses antes de su primera hija, la infanta Isabel ‘la Chata’. Sin embargo, antes de partir, la Reina Isabel II fue sorprendida por el cura Martín Merino en las galerías de palacio. El sacerdote, que había conseguido colarse en el Palacio Real tras haber dado misa en la Iglesia de San Justo, se arrodilló ante la Reina Isabel II y, cuando parecía que iba a pedirle algo, el cura sacó un estilete de unos veinte centímetros de su sucia sotana que consiguió clavar en el pecho de la Reina al grito de “¡toma!”.

Isabel II, que fue rápidamente socorrida por la Guardia Real, se desplomó tras el impacto. Por suerte, su corsé le salvó la vida. Al volver en sí, buscó de forma desesperada a su hija primogénita, la infanta Isabel ‘la Chata’. “¡La niña! ¡Qué cuiden a Isabel!”, llegó a gritar la Reina.

El atacante, un antiguo liberal perseguido por el Rey Fernando VII, fue detenido de inmediato por la Guardia Real. En su confesión afirmó que sus verdaderos objetivos eran el general Ramón García Narváez y María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, madre de Isabel II, pero cuando la Reina se cruzó en su camino no desaprovechó la ocasión de intentar acabar con la vida de la mujer que estaba permitiendo el Gobierno autoritario de Narváez y miraba para otro lado ante las constantes corruptelas de su madre. Martín Merino también llegó a acometer contra el Gobierno y la monarquía, instituciones a las que consideraba causa de todos los males.