Tal día como hoy, el 21 de diciembre de 1605, zarpaba del puerto de El Callao, actual Perú, la expedición del marino Pedro Fernández de Quirós, expedición que partió en búsqueda de la Tierra Austral, la desconocida tierra del sur.

Pedro Fernández de Quirós fue un explorador portugués al servicio de la Corona española. Un experto navegante que, años atrás, había salido en busca de las Islas Salomón bajo el mando de Álvaro de Mendaña e Isabel Barreto, la primera almirante de la Armada española. Ahora era él quien estaba al frente de una expedición formada por 300 hombres y 3 naves.

Su objetivo no era otro que descubrir la Tierra Austral, tierra cuya existencia se suponía al sur de Nueva Guinea. De haber seguido la ruta inicial, Pedro Fernández de Quirós hubiese alcanzado su propósito pero este se desvió de la ruta inicial. Tras cinco meses de navegación llegó a una isla de la que tomó posesión y, creyendo haber encontrado el continente que ningún hombre había pisado antes, la llamó Australia del Espíritu Santo, nombre cuyo resultado fue la combinación de dos palabras: Austria (dinastía reinante en España) y Austral (sur).

En esta isla fundó una ciudad imaginaria que denominó Nueva Jerusalén y creó la Orden de Caballería del Espíritu Santo, orden por la que hizo caballeros a sus compañeros de expedición.

Poco después, la expedición se dividió por un fuerte temporal. Quirós llegó a Acapulco un año después y su segundo, Luis Váez de Torres, quien continuó explorando y conquistando nuevas islas y archipiélagos, descubrió que la recién bautizada isla no era un continente como se pensaba sino una gran isla que a día de hoy todavía mantiene ese mismo nombre.