Tal día como hoy, el 22 de octubre de 1859, durante el período de los gobiernos de la Unión Liberal del reinado de Isabel II, España declaraba la guerra a Marruecos, dando de esta forma inicio a la Guerra de África.
Ese mismo año el Gobierno de España, liderado por el general O’Donnell, firmó un acuerdo diplomático con el sultán de Marruecos que afectaba a las plazas españolas de Melilla, Alhucemas y Vélez de la Gomera, pero no a Ceuta, ciudad que los españoles decidieron fortificar.
Las obras puestas en marcha en Ceuta para mejorar la defensa de la ciudad fueron tomadas en Marruecos como una provocación, provocación que llevó a un grupo de rifeños a atacar a uno de los destacamentos españoles que defendían las reparaciones.
El ataque fue un ultraje que debía ser castigado. O´Donnell exigió al sultán de Marruecos un castigo ejemplar a los agresores, castigo que nunca sucedió. Esta realidad llevó a España a declarar la guerra a Marruecos.
La reacción popular fue unánime, hasta los carlistas respondieron a la llamada de las armas. La ola de patriotismo se extendió por todo el país como no se había producido desde la Guerra de la Independencia.
La guerra duró apenas seis meses. La victoria española fue rotunda pues se enfrentó a un ejército pesimamente equipado, muy mal preparado y pésimamente dirigido. Ni que decir tiene que de los poco más de 4.000 bajas españolas, tres cuartas partes fueron debido a enfermedades.
El conflicto finalizó el 26 de abril de 1860 con la firma del tratado de Wad-Ras, acuerdo en el que se declaraba a España vencedora de la guerra y a Marruecos perdedor y único culpable del conflicto.