Tal día como hoy, el 25 de noviembre de 1578, el Rey Felipe II ordenaba a los obispos americanos que reprendiesen a todo clérigo que maltratase y cometiese abusos contra los indios que habitasen en sus territorios.
En contra de lo que la leyenda negra afirma, Felipe II llevó a cabo una política, al igual que sus predecesores en el trono, en defensa de los indios del nuevo mundo. Un camino que marcó Isabel ‘la Católica’ con la última voluntad que dirigió a sus súbditos: “Y no consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien”.
Los deseos de Isabel I fueron continuados por su nieto, el emperador Carlos V, y estos a su vez, por Felipe II. Todos habían puesto su granito de arena en defensa de los indígenas con la puesta en marcha de numerosas leyes que los protegían, sin embargo, los abusos contra los indios por parte de los españoles se seguían sucediendo.
Aquello enfureció a un Felipe II que había prohibido la esclavitud, incluso haciéndola extensiva a la incipiente importación de esclavos negros. “Yo he sido informado que los delitos que los españoles cometen contra los indios no se castigan con el rigor que se hacen los de unos españoles contra otros (…) os mando por ello que de aquí en adelante castiguéis con mayor rigor a los españoles que injuriaren, ofendieren o maltrataren a los indios, que si los mismos delitos se cometieses contra los españoles”.
Para acabar con el problema, Felipe II cambió la legislación e impulsó las Nuevas Leyes para el Tratamiento y Preservación de los Indios, leyes por las cuales los habitantes de los Reinos de Indias eran considerados en los mismos términos que otros pertenecientes al Imperio español, véase Aragón, Navarra o Sicilia entre muchos otros, clasificando de forma definitiva a los indios como súbditos de pleno derecho de la Corona.