Tal día como hoy, el 25 de octubre de 1521, finalizaba la conocida Guerra de las Comunidades de Castilla, rebelión en la que numerosos nobles castellanos se sublevaron contra el Rey Carlos I de España, después de que María López de Mendoza y Pacheco rindiese la ciudad de Toledo, último bastión de los comuneros.
Los antecedentes de la rebelión de los comuneros se encuentran en la política del nuevo monarca castellano, el Rey Carlos I, quien causó gran inquietud entre los nobles castellanos en sus primeros años de reinado al no saber hablar castellano y traer consigo a un gran número de nobles y clérigos flamencos.
Temerosos de perder poder y estatus social muchos nobles se sublevaron contra Carlos de Habsburgo en la conocida rebelión de los comuneros. Juan Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado fueron sus líderes y buscaron en la aislada Juana la Loca, madre del Rey Carlos I, una figura que legitimase el levantamiento. No lo consiguieron.
Tras mantener en jaque en su propio territorio al hombre más poderoso del mundo, el emperador Carlos V, los rebeldes perdieron a más de 1.000 hombres y a sus principales cabecillas en la batalla de Villalar.
Tras este incidente María Pacheco, la mujer del fallecido comunero Padilla, lideraría la rebelión hasta que el 25 de octubre de 1521 se rendía la ciudad de Toledo, último bastión de los insurrectos.
Tras la rendición de la ciudad, Carlos I promulgó el Perdón General, que amnistiaba a todos los que habían participado en la rebelión. Pese a todo, cien comuneros fueron ejecutados, entre ellos se encontraba el arzobispo Acuña, quien había controlado la ciudad rebelde de Toledo junto a María Pacheco, líder comunera que consiguió escapar a Portugal y salvar su vida.