Tal día como hoy, el 3 de octubre de 1700, un enfermo Carlos II nombraba al duque Felipe de Anjou, futuro Felipe V de España, heredero de los Reinos hispánicos en su último testamento.
El Rey Carlos II ‘el Hechizado’ fue el último monarca español perteneciente a la casa de Austria. Hijo de Felipe IV y una prima de este, fue para sorpresa de muchos el único descendiente del ‘Rey planeta’ que llegó a la mayoría de edad. El motivo: una enfermedad fruto de la política matrimonial que los Habsburgo llevaron a cabo durante décadas.
Su mala salud, que hacía presagiar una temprana muerte, hizo que Carlos II recibiera una educación descuidada que no le preparó para asumir las tareas de gobierno. De hecho, su reinado se caracterizó por las continuas luchas por reinar en su nombre además del problema sucesorio al no contar con descendencia.
En los últimos años de su reinado decidió gobernar personalmente pero debido a su creciente incapacidad entregó el poder real a su segunda esposa, la Reina Mariana de Neoburgo, que al no lograr tener un hijo con el monarca conspiró para influir sobre la decisión del sucesor al trono en favor de su sobrino, el archiduque Carlos de Austria.
Por su parte, la Reina madre Mariana de Austria intentó contrarrestar las intrigas alemanas apoyando al candidato José Fernando de Baviera, candidato al que finalmente Carlos II nombró heredero de todos los Reinos, estados y señoríos de la monarquía hispánica, salvo Guipúzcoa, Nápoles y Milán en 1696.
Sin embargo, las aspiraciones bávaras se vieron frustradas con la repentina muerte de Fernando tres años después. Muerte que tuvo lugar en extrañas circunstancias.
Este hecho obligó a un enfermo Carlos II a buscar un nuevo sucesor, sucesor que elegiría el 3 de octubre de 1700. Este no fue otro que el nieto de su hermana mayor María Teresa de Austria, Felipe de Anjou, el primer borbón en sentarse en el trono español con el nombre de Felipe V.