Tal día como hoy, el 30 de diciembre de 1879, el Rey Alfonso XII y su esposa María Cristina sufrían un atentado a las puertas del Palacio Real de Madrid.
Sus Majestades los Reyes regresaban aquel 30 de diciembre de dar un paseo por los jardines del Retiro. Lo hacían en uno de sus carruajes pasadas las cinco de la tarde. Al verlos, un joven gallego llamado Francisco Otero González corrió hacia la puerta del Príncipe, se colocó entre el muro de palacio y la garita del centinela, alargó su brazo y disparó a quemarropa con un revólver Lefaucheux de dos cañones cargado con balas de doce adarmes.
Al ver las intenciones de Francisco Otero, el Rey Alfonso XII bajó instintivamente la cabeza al mismo tiempo que se llevaba la mano en el cuello. La Reina, temiendo lo peor, abrazó a su esposo. Por suerte, ninguno de los dos disparos les alcanzó.
Francisco Otero González intentó escapar por la calle Bailén, pero un centinela consiguió cortarle el paso. Los guardias, temerosos de encontrarse ante un nuevo ataque anarquista contra el Rey Alfonso XII, sospechaban de la existencia de más implicados, pero estos nunca llegaron a aparecer ya que Francisco Otero había actuado en solitario.
El atacante era el dueño de una pastelería de la capital que apenas llegaba a fin de mes. Su situación era tan mala que tenía la intención de suicidarse, pero antes de hacerlo le convencieron de que era mejor tratar de acabar con la vida del Rey Alfonso XII.
Tras ser detenido en el acto, Francisco Otero fue acusado de intento de regicidio. El Rey solicitó su indulto, sin embargo, el tribunal acabó condenándolo a muerte. Finalmente, Francisco Otero fue ejecutado el 14 de abril de 1880 mediante garrote, la peor de las condenas.