Tal día como hoy, el 4 de abril de 1541, San Ignacio de Loyola era elegido en España como primer general de los Jesuitas.
Siguiendo la tradición familiar, la primera dedicación de San Ignacio de Loyola no fue otra que la de tomar las armas, sin embargo, tras resultar gravemente herido en la defensa de Pamplona ante los franceses en 1521 resultó gravemente herido.
Aquel infortunio cambió radicalmente su vida. San Ignacio de Loyola se dedicó entonces a la lectura de libros piadosos durante su convalecencia. Un hecho que le llevó a consagrarse a la religión.
Primero se retiró a hacer penitencia y oración en Monstserrat y Manresa, lugares en los que empezó a elaborar el método ascético de los ejercicios espirituales. Más tarde peregrinó a los Santos Lugares de Palestina. De regreso a España comenzó a estudiar en las universidades de Alcalá de Henares, Salamanca y París.
Sus primeras actividades difundiendo el método de los ejercicios espirituales le hicieron sospechoso de heterodoxia, sospechas por las que fue procesado en Castilla, le obligaron a interrumpir sus estudios e incluso se le prohibió la predicación.
Fue fuera de nuestras fronteras, en París, en donde San Ignacio de Loyola se graduó como maestro en Artes y consiguió reunir a un grupo de seis compañeros a los que comunicó sus ideas, ideas que sembraron el germen de la Compañía de Jesús.
Ante la imposibilidad de marchar a hacer vida religiosa en Palestina a causa de la guerra contra los turcos, se ofreció al Papa Pablo III, quien le ordenó sacerdote en 1537. En los años siguientes se dedicó al apostolado, la enseñanza, el cuidado de enfermos y la definición de una nueva orden religiosa, la Compañía de Jesús, orden cuyos estatutos fueron aprobados por el Papa en 1540 y que fue dirigida por el propio San Ignacio de Loyola.
La Compañía de Jesús tenía la estructura militar en la que San Ignacio de Loyola había sido educado pero al servicio de la fe católica gravemente amenazada en Europa por las enseñanzas de Lutero y su Reforma protestante.
La Compañía de Jesús era una orden moderna y pragmática, concebida racionalmente, disciplinada y ligada al papa, para el cual resultaría un instrumento de gran eficacia en la «reconquista» de la sociedad por la Iglesia en la época de la Contrarreforma católica.
Aquejado de graves problemas de salud, San Ignacio de Loyola alcanzó a ver, sin embargo, en sus últimos años de vida, la expansión de la Compañía por Europa y América, con una fuerte presencia en la educación de la juventud y en el debate intelectual, en el apostolado y en la actividad misionera. Muerto Ignacio, le sucedió como general de los jesuitas su más estrecho colaborador, el castellano Diego Laínez. Años más tarde, en 1622, fue canonizado por el Papa Gregorio XV.