Tal día como hoy, el 7 de julio de 1486, en la ciudad de Córdoba, los Reyes Católicos expedían la Pragmática que manda observar y guardar el Cuaderno de las Leyes Nuevas de la Santa Hermandad, el primer cuerpo policial creado en toda Europa.
La Santa Hermandad fue creada diez años antes por Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón sobre la base preexistente de las Hermandades que se habían levantado en varias ciudades. Lo hicieron mediante el Ordenamiento de Madrigal, que fue elaborado por el Consejo Real de los Reyes Católicos. Este regulaba la creación de la Santa Hermandad para proteger el comercio, pacificar el difícil tránsito por los caminos y perseguir el bandolerismo.
La Santa Hermandad se creó inicialmente por un período de tres años, se territorializó su jurisdicción a cinco leguas a la redonda de cada localidad con más de treinta vecinos, se organizó su tropa con un jinete por cada 100 vecinos y un soldado por cada 150, se estipularon sus ámbitos de actuación legal, que no eran otros que robos, crímenes, incendios y juicios sumarísimos con aplicación inmediata de la pena. Además, se le dotó de una estructura económica, política y administrativa en las provincias de León, Zamora, Salamanca, Valladolid, Palencia, Ávila, Burgos y Segovia. También se introdujo en la Corona de Aragón, con la idea de unificar instituciones entre Castilla y Aragón, aunque este intento finalmente fracasó.
La Santa Hermandad estuvo conformada por unos 2.000 hombres armados que podían actuar en todo el territorio de la Corona castellana. Aunque en un principio esta policía rural fue muy eficiente, pronto se convirtió en una carga para los concejos, que eran los encargados de pagarla. Lo hacían mediante el establecimiento del impuesto de la sisa, muy impopular porque gravaba bienes de primera necesidad y consistía en descontar en el momento de la compra una cantidad en el peso de ciertos productos. Otra de las razones que acrecentó su paulatina innecesariedad fue que los mangas verdes, llamados así por su indumentaria, no llegaban nunca a tiempo, por lo que la mayoría de los delitos quedaban impunes, dando lugar al conocido refrán: “A buenas horas mangas verdes”.
Finalmente, la Santa Hermandad fue disuelta en el año 1834, en que por el Estamento de Próceres votado en Cortes fue decretada su extinción total, habiendo sido para entonces reemplazada por la Superintendencia General de Policía creada en 1824 como órgano director de la Policía General del Reino, con el precedente del Ministerio de Policía General establecido por José Bonaparte.