Tal día como hoy, el 8 de enero de 1870, nacía en la localidad andaluza de Jerez de la Frontera Miguel Primo de Rivera, el dictador que subió al poder con el apoyo de la Corona española.
Procedente de una familia de ilustres militares, Miguel Primo de Rivera ingresó en el ejército a los catorce años de edad. Desarrolló la mayor parte de su carrera militar en destinos coloniales como Marruecos, Cuba y Filipinas, destinos que le permitieron ascender rápidamente por méritos de guerra.
En 1919, siete años después de alcanzar el grado de general, Miguel Primo de Rivera fue destinado a la Península Ibérica llegando a ocupar importantes cargos del Ejército español como el de capitán general de Valencia, capitán general de Madrid y capitán general de Barcelona. Puestos que le pusieron en contacto con los agudos problemas sociales y políticos de la época.
Precisamente, como capitán general de Barcelona llevó a cabo un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923 para acabar con la inestabilidad existente en España fruto del terrorismo anarquista, el pistolerismo patronal, el auge de los nacionalismos separatistas, los problemas ministeriales y la descomposición del sistema de partidos implantado por Antonio Cánovas del Castillo.
El golpe de Estado triunfa con el apoyo del Rey Alfonso XIII. Las garantías constitucionales son suspendidas con la abolición de la Constitución de 1876 y las Cortes son disueltas sin apenas resistencia ante la indiferencia popular. Comenzaba así un nuevo periodo en España, una dictadura encabezada por el general Miguel Primo de Rivera que duró poco más de seis años.
Desautorizado por los altos mandos militares y el Rey Alfonso XIII, Miguel Primo de Rivera dimitió a principios de 1930 y se exilió en la ciudad de París, no sin antes recomendar al Rey Alfonso XIII algunos nombres de militares para sucederle, nombres entre los que figuraba el general que finalmente le reemplazó, Dámaso Berenguer.
Dos meses más tarde de su renuncia, Miguel Primo de Rivera fallecía en el exilio en medio de una gran amargura y decepción por las ingratitudes recibidas.