Tal día como hoy, el 8 de septiembre de 1925, el Ejército español llevaba a cabo el desembarco de Alhucemas, el primer desembarco anfibio de la historia que involucró el uso de tanques y apoyo aéreo masivo por mar. Un ataque que no solo puso fin a la Guerra de la Independencia del Rif, sino que años después, durante la Segunda Guerra Mundial, sirvió de inspiración a los aliados para planear el desembarco de Normandía.
Ya han pasado dos años del golpe militar de Miguel Primo de Rivera. Su ascenso al poder se produjo con el propósito de llevar a cabo una completa regeneración política en el país, así como reenfocar con firmeza la situación en Marruecos tras el Desastre de Annual. Para ello, y con la excusa del ataque de Abd El-Krim a la zona francesa del sultanato alauí, Miguel Primo de Rivera trazó, con ayuda de los franceses dirigidos por el general Phillipe Pétain, un plan que consistía en un desembarco sin precedentes en la bahía de Alhucemas.
Así, un contingente conformado por 13.000 soldados, agrupados en dos brigadas reforzadas y varios tanques tanto Renault FT-10 como Schneider CA1, desembarcó sobre las doce menos veinte de la mañana en las playas de la Cebadilla y de Ixdain en numerosas barcazas con el apoyo de medio centenar de buques de guerra y unos 150 aviones de combate.
En aquellas playas minadas les esperaban a los españoles unos 9.000 rifeños bien guarnecidos con ametralladoras y cañones con los que resistieron durante horas hasta que los españoles lograron hacerse con las playas y neutralizar las posiciones enemigas. Una vez aseguradas, los españoles completaron el desembarco logístico.
Durante los siguientes dos días, las tropas franco-españolas hicieron frente a diversas ofensivas rifeñas que trataron de evitar a la desesperada recuperar las posiciones perdidas tras el desembarco de Alhucemas, pero las embestidas del enemigo no cumplieron su cometido.
No fue hasta el 30 de septiembre de 1925, 22 días después del desembarco de Alhucemas, que los españoles comenzaron su ofensiva hacia el interior de Marruecos, movimiento que culminó con la derrota de Abd El-Krim y la pacificación de Protectorado.
El éxito logrado en el desembarco de Alhucemas aumentó notablemente la popularidad de Miguel Primo de Rivera, y no solo eso, también sirvió, casi 20 años después, como fuente de inspiración para el ejército aliado a la hora de diseñar el movimiento que cambió para siempre la Segunda Guerra Mundial, el desembarco de Normandía.