Tal día como hoy, el 9 de mayo de 1841, daba comienzo la regencia del general Espartero, el último período de la minoría edad de Isabel II.
Hijo de un carretero de La Mancha, Espartero se hizo un nombre ascendiendo desde lo más bajo en el ejército español. Su carrera militar comenzó al estallar la Guerra de la Independencia, abandonar la carrera eclesiástica y tomar las armas.
En una ciudad de Cádiz sitiada por los franceses realizó sus primeros estudios militares. Ya acabada la Guerra de Independencia fue destinado a América, donde combatió hasta que España perdió sus colonias en 1824.
Tras la muerte del Rey Fernando VII se decantó por el bando liberal y apoyó la causa de Isabel II. Por ello luchó contra la reacción absolutista en la Primera Guerra Carlista, guerra en la que desempeñó un papel fundamental que le llevó a ocupar el rango de jefe del Ejército del Norte y recibir el título de conde de Luchana.
Al término de la Primera Guerra Carlista sus ideales progresistas le hicieron enfrentarse a un nuevo enemigo, el conservadurismo de la Reina regente María Cristina de Borbón. Reina regente que le nombró presidente del Consejo de Ministros y a la que, debido a su oposición al programa liberal que había diseñado, obligó a abdicar y a hacer que las Cortes le nombraran regente.
Su modo de gobernar: autoritario, personalista y militarista, le generaron muchas enemistades al ‘espadón progresista’, que en 1843 se vio obligado a exiliarse en Inglaterra debido al pronunciamiento militar encabezado por Narváez y Serrano.
Espartero regresó a España en 1849 para vivir retirado en Logroño. Así hizo hasta que en 1854 un pronunciamiento militar le lleva a la presidencia del Gobierno durante dos años en el conocido ‘Bienio progresista’ pero las dudas que se cernían sobre su liderazgo se materializaron en un nuevo pronunciamiento militar, esta vez dirigido por su antiguo aliado el general O´Donnell, le arrebataba nuevamente el poder.
Tras este pronunciamiento Espartero regresó a Logroño, ciudad de la que no se movió hasta el día de su muerte, y eso que en 1868, tras la revolución que destronó a Isabel II, recibió la oferta de ser elegido por las Cortes como Rey constitucional de España.