La disputa se había tratado de una mera discusión que no tuvo ninguna consecuencia, sin embargo, esta llegó a los oídos del Zar, quien lo consideró una afrenta que debía ser reparada. Por ello, Rusia le declaró formalmente la guerra a España.

El problema resultó que España ya contaba con numerosos frentes abiertos en el viejo continente que debía atender y que hicieron que la declaración rusa cayese en el olvido con el paso de los años hasta el punto de no producirse ningún enfrentamiento entre ambas fuerzas. Tal fue el despiste de los dos bandos, que España y Rusia hasta se olvidaron de firmar la paz. Para ello tuvieron que pasar más de dos siglos.