¿Sabías que Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón no fueron los primeros Reyes Católicos?

Lo cierto es que, antes de que el Papa Alejandro VI otorgase a Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón el título de ‘Reyes Católicos’, existieron dos figuras más en la Península Ibérica que fueron llamados igual

¿Sabías que Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón no fueron los primeros Reyes Católicos? Lo cierto es que, antes de que el Papa de origen valenciano Rodrigo de Borja, más conocido como el Papa Alejandro VI, otorgase a Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón el título de ‘Reyes Católicos’ mediante la emisión de una bula en diciembre de 1496, existieron dos figuras más en la Península Ibérica que recibieron el título de ‘Rey Católico’.

ALFONSO I DE ASTURIAS, EL PRIMER ‘REY CATÓLICO’

Retrato de Alfonso I de Asturias, el primer 'Rey Católico'

El primer Rey ‘Católico’ de la Península Ibérica no fue otro que Alfonso I de Asturias. Apodado ‘el Católico’ por su interés en potenciar la religión cristiana en sus dominios, Alfonso I de Asturias fue hijo del duque Pedro de Cantabria y yerno del héroe Don Pelayo.

Alfonso I de Asturias llegó al trono al ser elegido por los nobles tras la muerte en un accidente de caza del Rey Favila. Bajo su reinado, la lucha contra los árabes se extendió hacia el sur gracias a una serie de incursiones, con las que anexionó el norte de Galicia y la ciudad de León, aprovechando los problemas internos de los musulmanes. También repobló el valle del Duero y otras zonas del litoral cantábrico antes de fallecer en el año 757.

PEDRO II DE ARAGÓN, EL SEGUNDO ‘REY CATÓLICO’

El segundo Rey ‘Católico’ de la Península Ibérica fue Pedro II de Aragón. Hijo y sucesor de Alfonso II de Aragón, Pedro II de Aragón era considerado un buen católico fiel al Papado, motivo por el cual fue denominado ‘el Católico’.

Pedro II de Aragón aseguró su posición en los condados ultrapirenaicos al casarse con María de Montpellier, que aportó en dote esta ciudad, y se hizo coronar en Roma por el Papa Inocencio III.

Durante su reinado, Pedro II de Aragón concedió regímenes municipales autónomos a diversas poblaciones, consolidó la institución de la Justicia Mayor de Aragón, anexionó el condado de Urgel a la corona, ayudó a Alfonso VIII de Castilla contra León y Navarra y participó en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa. Asimismo, arrebató a los musulmanes de Valencia el Rincón de Ademuz.

Sus intereses en la región francesa de Languedoc, obligaron a Pedro II de Aragón a intervenir en la zona para defender a sus vasallos de los intereses tanto del Rey Felipe II de Francia como del Papa Inocencio III, quienes querían reducir por la fuerza una corriente religiosa denominada el ‘Catarismo’. Pedro II de Aragón intentó solucionar el problema mediante el diálogo, pero sus intentos fueron en vano y, a pesar de la amenaza de excomunión si intervenía militarmente, Pedro II de Aragón defendió a los suyos sin éxito, pues pereció el 12 de septiembre de 1213 en la batalla de Muret.

Tras su muerte, a Pedro II de Aragón le sucedió en el trono su hijo Jaime I ‘el Conquistador’, quien extendió notablemente los dominios de la Corona aragonesa.

Casi 300 años después, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón consumaron la unificación religiosa de la geografía española, conquistaron el último reducto musulmán de la Península Ibérica con la toma de Granada, expulsaron a los judíos y ayudaron al Papado en la defensa de sus territorios frente a Francia.

Precisamente, tras este último hecho, el Papa Alejandro VI otorgó a ambos monarcas el título de ‘Reyes Católicos’ mediante una bula emitida en diciembre de 1496, título que en un principio se barajó el de ‘Muy Católicos Reyes’ y que Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón recibieron por su papel a la hora de fomentar la prosperidad de los cristianos y su defensa de la Iglesia y de la fe, pasando a la historia como los grandes Reyes Católicos, aunque ya has podido comprobar que no los únicos.

Curiosamente, entre las razones que llevaron al Papa para la concesión de este título no se encuentra ni el descubrimiento de América ni la evangelización de las tierras descubiertas a raíz de los viajes del navegante Cristóbal Colón, pero eso es otra historia.

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