Tal día como hoy, el 12 de diciembre de 1526, nacía en Granada el marino español Don Álvaro de Bazán, el invicto héroe de la Armada española.
Siguiendo la tradición familiar, Don Álvaro de Bazán ingresó en la Armada española. Su padre, de igual nombre que él, ya había sido capitán general de las galeras de la monarquía hispánica.
Sus primeras acciones navales fueron proteger la flota de Indias de los corsarios que actuaban en aguas del golfo de Cádiz, socorrer a Mazalquivir y Orán del ataque de los berberiscos, reconquistar y fortificar el peñón de Vélez de la Gomera y socorrer a los caballeros de la Orden de Malta frente a un ataque turco.
En 1568 fue nombrado capitán general de las galeras de Nápoles. Cargo que le llevó a combatir a los piratas en el norte de África y con el que realizó su primera acción ofensiva al participar en el mayor enfrentamiento naval de la historia moderna, la batalla de Lepanto, enfrentamiento en el que sus órdenes salvaron la situación de la flota cristiana en tres momentos críticos, actuando en todos ellos de la forma correcta al maximizar los pocos recursos que tenía.
La batalla de Lepanto supuso la pérdida de la hegemonía del Imperio Otomano en el Mediterráneo. Con los turcos cada vez más debilitados, el Océano Atlántico se convirtió en el nuevo escenario naval prioritario, escenario en el que Don Álvaro de Bazán jugó un papel clave.
Como capitán general de las Galeras de España participó en la ocupación de Portugal, destacándose en la conquista de las Islas Azores, el último reducto de la resistencia lusa contra Felipe II. Por esta acción, el Rey le hizo grande de España y capitán general de la Mar Océana.
Su último encargo fue comandar la invasión de Inglaterra en 1588. Sin embargo, Don Álvaro de Bazán falleció en la ciudad de Lisboa mientras preparaba la que con el paso de los años sería la mal llamada Armada Invencible. Sus restos reposan en el convento de San Francisco de la localidad ciudadrealense de Viso del Marqués.