Tal día como hoy, el 28 de abril de 1503, tenía lugar la batalla de Ceriñola, la victoria más rápida del Gran Capitán ante los franceses pues esta apenas duró una hora.
El Gran Capitán, conocedor del gran entusiasmo de las tropas francesas por las cargas de caballería ideó una estrategia que consistió en provocar una carga y atraer a la caballería enemiga hasta encontrarse al alcance de la artillería y los arcabuceros con el propósito de infligir el mayor daño posible con el mínimo coste.
De este modo, cuando la tarde del 28 de abril de 1503 comenzaba a caer, la caballería española salió a campo abierto y simuló una carga contra los franceses. Tras una breve escaramuza, las tropas del Gran Capitán fingieron una retirada. Los franceses habían caído en la trampa.
La caballería pesada francesa persiguió a los españoles pero pronto no solo se encontraron bajo el fuego de la artillería sino que también al alcance de los arcabuceros. Esto provocó un retroceso momentáneo de la caballería francesa, que se lanzó tratando de buscar una vía de entrada a través del flanco derecho español. Durante este recorrido, la caballería francesa fue destrozada por el fuego de los arcabuceros, muriendo en ese momento el duque de Nemours tras ser alcanzado por tres disparos. Todo el Ejército francés se lanzó entonces a la batalla.
En pleno enfrentamiento, la artillería española quedó inutilizada al explotar accidentalmente toda la pólvora. Fue entonces cuando el Gran Capitán, testigo del desastre de su artillería arengó inmediatamente a sus tropas diciendo “¡Ánimo! ¡Estas son las luminarias de la victoria! ¡En campo fortificado no necesitamos cañones!”.
Las tropas españolas diezmaron en campo abierto a la infantería francesa gracias al fuego incesante de los arcabuceros, unidades a las que el Gran Capitán ordenó retirarse del campo de batalla poco antes de encontrarse al alcance de la infantería francesa para que entrasen en juego los piqueros alemanes, que se enfrentaron en combate cerrado a los suizos y gascones, a los cuales, rápidamente, rechazaron.
Ante el claro desastre francés, el Gran Capitán ordenó a todas sus tropas abandonar las posiciones defensivas y lanzarse a la ofensiva total. La infantería francesa fue rodeada entonces por los ballesteros, arcabuceros, coseletes y por la caballería pesada española, sufriendo un gran número de bajas. Las tropas francesas, ante el tremendo castigo al que se habían visto sometidas en la batalla de Ceriñola terminaron rindiéndose.