Tal día como hoy, el 7 de octubre de 1571, tuvo lugar en aguas del Golfo de Corinto la mayor batalla naval del mundo moderno, la batalla de Lepanto.

En ella unas 205 naves del Imperio Otomano se enfrentaron a 204 embarcaciones pertenecientes a la Liga Santa, una alianza que el Imperio Español, los Estados Pontificios y la República de Venecia habían creado meses antes con el propósito de frenar el avance turco en el Mediterráneo.

El bando católico fue liderado por el militar y diplomático español Don Juan de Austria, hijo ilegítimo del Rey Carlos I de España y V de Alemania. No era para menos, pues el Imperio español se encargó de sufragar la mitad de los costes de la Liga Santa.

Suyas fueron estas palabras para motivar a los hombres que tenía bajo su mando antes de entrar en combate: «Hijos, a morir hemos venido, o a vencer si el cielo lo dispone. No deis ocasión para que el enemigo os pregunte con arrogancia impía ¿Dónde está vuestro Dios? Pelead en su santo nombre, porque muertos o victoriosos, habréis de alcanzar la inmortalidad».

Al amanecer del 7 de octubre ambas flotas se encontraron frente a frente. A primera vista las fuerzas parecían estar equilibradas pero la realidad era muy diferente, pues Don Juan de Austria disponía del doble o incluso el triple de combatientes que la flota turca dirigida por el almirante Alí Pachá. Una realidad que determinó la victoria cristiana tras cinco largas horas de lucha.

40.000 turcos y 200 galeras del Imperio Otomano no volvieron a ver otro amanecer. La batalla de Lepanto fue una significativa derrota para los turcos, que no habían perdido una gran batalla naval desde el S.XV. Derrota tras la cual el Imperio Otomano perdió la hegemonía en el Mediterráneo.