Según los textos de la Orden de Santiago, los caballeros militares que la conformaban debían tener un origen noble e, incluso, eran sometidos a un expediente de limpieza de sangre para corroborarlo. También tenían que grabar en su pecho una cruz que, con el tiempo, dio origen a la Cruz de Santiago que conocemos hoy en día, un símbolo en forma de espada de color rojo que, según cuentan los impresos antiguos, al menos los pertenecientes a la época del Barroco (S. XVI y S. XVII), se debe a la forma en la que perdió la vida el Apóstol Santiago, quien fue decapitado en Jerusalén por la espada de Herodes Agripa. Una cruz, la de Santiago, que también cuenta, tanto en los laterales como en la zona superior, con unos remates, a modo de elementos decorativos, que derivan de la flor de lis, una figura heráldica asociada a la nobleza y la realeza que representa valores como el honor y el respeto que es muy utilizada durante el Barroco.
Precisamente, es en esta época cuando la Cruz de Santiago adquiere una gran fuerza y el momento en el que probablemente se creó tal y como la conocemos hoy en día y, curiosamente, esa gran fuerza que coge la Cruz de Santiago, se produce en un momento en el que la Orden de Santiago ya no cuenta con el protagonismo de antaño puesto que no hay ningún reino musulmán que conquistar en la Península Ibérica, más bien cuenta con un papel honorífico, y es que la Cruz de Santiago era considerado en el Barroco como un ascensor social, un símbolo de poder que, como se exigía limpieza de sangre a sus miembros, llevó a numerosos nobles vinculados a la Orden de Santiago a incorporar la Cruz de Santiago a su escudo nobiliario.
Pero la Cruz de Santiago no solo era un símbolo de poder durante los años del Barroco, también se convirtió en un símbolo jacobeo y de defensa de la fe en una época en la que surge un nuevo enemigo del catolicismo, el Imperio Otomano. Esa vinculación de la Cruz de Santiago con el Camino de Santiago es la que finalmente ha conseguido llegar hasta nuestros días, un símbolo jacobeo con mucha historia y de la que, por desgracia, aún se desconoce cómo y cuándo surge.