Precisamente, desde la plaza de Blavet, un puñado de hombres, apenas tres compañías de arcabuceros conformadas por 400 hombres, dirigidos por Carlos de Amézquita se dirigieron a Inglaterra por orden de Juán del Águila.
La expedición zarpó de Blavet a bordo de cuatro galeras: ‘La Capitana’, ‘La Patrona’, ‘La Peregrina’ y ‘La Bazana’. Su misión no era otra que la de contactar con el inglés que había escrito una carta al Rey Felipe II para rogar por una invasión católica en la isla y, con ello, la restauración del catolicismo. Su nombre era Tristam Winslade, nieto de John Winslade, la figura que había liderado al ejército de Cornualles durante la revuelta córnica en contra de la conversión al protestantismo. La carta enviada por Winslade contenía mapas de la zona de Cornualles e incluso nombres de importantes figuras de la región que estarían dispuestos a apoyar a los españoles.
El 2 de agosto de 1595, los 400 soldados liderados por Carlos de Amézquita desembarcaron finalmente en Inglaterra. Lo hicieron en la región de Cornualles, concretamente en la bahía de Mounts.
Al ver a los soldados de los Tercios Españoles, las milicias inglesas, la piedra angular de la defensa inglesa en caso de invasión, estos arrojaron sus armas y huyeron despavoridos presa del pánico. Este hecho permitió a los españoles durante los próximos dos días tomar todo lo que necesitasen, incluidas las piezas artillería de los fuertes ingleses de la zona, y quemar las localidades de Mousehole, Paul, Newlyn y Penzance.
Precisamente, en Penzance, no hubo ni resistencia. Allí todo el pueblo fue saqueado a excepción de una Iglesia en la que, según los informes del espía inglés, se había celebrado misa católica. Tres días después, los soldados de los Tercios Españoles, celebraron en ese mismo lugar el éxito de la misión con una misa católica en suelo inglés poco antes de partir de nuevo hacia Blavet.