Tal día como hoy, el 24 de abril de 1547, los Tercios españoles dirigidos por el emperador Carlos V derrotaban a la liga protestante de Esmalcalda en la batalla de Mühlberg, la decisiva victoria de las tropas imperiales contra los protestantes alemanes.
La batalla de Mühlberg tuvo lugar en la ciudad alemana de Mühlberg a orillas del río Elba. En ella, unos 29.000 soldados dirigidos por el duque de Alba y encabezadas por el propio emperador Carlos V derrotaron a un ejército de unos 15.000 hombres liderado por el elector de Sajonia, Juan Federico de Sajonia, y el landgrave de Hesse, Felipe I de Hesse.
Tres días antes, el 21 de abril de 1547, después de nueve sesiones del Concilio de Trento, se comprobó que no era posible el encuentro entre católicos y protestantes pues la rebelión de los luteranos hacía imposible el acuerdo.
El Concilio de Trento afianzó la postura del emperador Carlos V contra los Príncipes alemanes protestantes si se empeñaban en mantener una postura contraria a la de Roma. Los protestantes, liderados por el elector de Sajonia, Juan Federico de Sajonia, se unieron en una agrupación político-militar formando la Liga de Esmalcalda con la intención de acabar con las ambiciones de Carlos V.
El emperador decidió enfrentar a los Príncipes alemanes y al amanecer del 24 de abril de 1547 ambos ejércitos se encontraron a orillas del río Elba. La decisión y arrojo de los arcabuceros españoles al cruzar el río a nado fueron determinantes para decantar la balanza a favor de las tropas imperiales.
Al lograr pasar a la otra orilla, los arcabuceros de los Tercios españoles lograron sorprender y neutralizar al enemigo preparando una pequeña cabeza de puente que permitió la llegada del grueso de las tropas. Un movimiento que dio la victoria al Ejército español.
La hazaña de aquellos arcabuceros que consiguieron cruzar el río a nado fue recompensada por el emperador Carlos V quien les hizo entrega de una vestimenta de terciopelo grana guarnecida de plata y cien ducados.
La victoria imperial en la batalla de Mühlberg reforzó el poder imperial en Alemania de Carlos V y disolvió la Liga de Esmalcalda. Por su parte, a los líderes protestantes se les perdonó la vida pero estos fueron hechos prisioneros y encarcelados en el Castillo de Halle.