La batalla de Pavía, el enfrentamiento en el que los Tercios Españoles capturaron al Rey de Francia
Pocos enfrentamientos han sido tan transcendentales en la historia de España como la batalla de Pavía
Pocos enfrentamientos han sido tan transcendentales en la historia de España como la batalla de Pavía, un enfrentamiento armado que cambió el curso de la historia. En él los Tercios españoles llegaron a hacer prisionero a una de las figuras más importantes de la Europa de principios del S. XVI, el Rey Francisco I de Francia.
LOS ANTECEDENTES DE LA BATALLA DE PAVÍA
En el primer tercio del S. XVI el Imperio español comienza florecer bajo la figura del Rey Carlos I de España y V de Alemania. Los territorios que este hereda hacen que Francia se quede prácticamente aislada. Esto, unido a la obtención del título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico por parte del Rey Carlos I de España y V de Alemania puso contra las cuerdas a la Corona francesa.
El Rey Francisco I de Francia, quien también había optado al título, vio la posibilidad de ser compensado por no haber sido el elegido. Esa compensación pasaba por anexionar a Francia un territorio de gran riqueza y buena posición estratégica que ambos Reinos se disputaban, el ducado de Milán.
Ambas potencias se enfrentaron por el control del Milanesado en batallas como Bicoca o Sesia. Tras ellas el propio Rey Francisco I de Francia cruzó los Alpes al frente de un numeroso ejército con el que logró arrasar varias plazas españolas e incluso llegar hasta Milán en noviembre de 1524.
Las tropas españolas evacuaron la ciudad y se hicieron fuertes en otras plazas cercanas, plazas como Pavía. Allí se atrincheraron 1.000 soldados españoles, 5.000 lansquenetes alemanes y 300 jinetes pesados bajo el mando de Antonio de Leyva.
Los franceses pronto sitiaron la ciudad con un ejército de unos 30.000 soldados y una poderosa artillería formada por más de 50 piezas. Sorprendentemente, Antonio de Leyva y sus hombres lograron aguantar el ataque del enemigo, un ejército cuatro veces superior.
Ante la imposibilidad de conquistar Pavía, los franceses se limitaron a rodear la ciudad y esperar a que los españoles capitulasen. Sin embargo, las tropas imperiales pronto recibieron buenas nuevas que les animaron a seguir resistiendo. La llegada de refuerzos desde Alemania. Más de 15.000 lansquenetes alemanes y austríacos bajo el mando de Jorge de Frundsberg que partían en su ayuda.
Al enterarse de la noticia, el Rey Francisco I decidió dividir sus tropas y ordenó que parte de ellas se dirigieran a Génova y Nápoles e intentaran hacerse fuertes en esas plazas. Mientras, en Pavía, los mercenarios alemanes y suizos que defendían la plaza comenzaban a impacientarse por no recibir las pagas prometidas. Para evitar deserciones, los generales españoles empeñaron sus fortunas personales para pagar las deudas. Aquello hizo que los españoles allí presentes decidiesen seguir defendiendo Pavía aún sin cobrar sus pagas.
Los refuerzos imperiales llegaron el 24 de febrero de 1525. Nada más hacerlo abrieron fuego contra los franceses, quienes, siendo muy conscientes de la mala situación económica de los españoles, decidieron resguardarse y esperar a un motín de las fuerzas del Rey Carlos I de España y V de Alemania. Ello no impidió seguir metiendo presión atacando con la artillería.
Los españoles se mantuvieron firmes a pesar de encontrarse escasos de víveres. Pronto se dieron cuenta de que si querían vencer al enemigo debían abandonar los muros de la ciudad y atacar el campamento francés. Eso mismo es lo que hicieron.
Aprovechando que los refuerzos se encontraban haciendo frente al enemigo, Antonio de Leyva y sus hombres abandonaron la plaza para apoyar a las tropas imperiales que habían venido en su ayuda. La estrategia española atrapó a los franceses, que poco pudieron hacer al verse atrapados entre dos fuegos. Las tropas del emperador Carlos V aplastaron a l ejército francés llegando a causar más de 12.000 bajas al enemigo.
LAS CONSECUENCIAS DE LA BATALLA DE PAVÍA
Tras la batalla de Pavía, el propio Francisco I de Francia fue apresado por los soldados de los Tercios españoles y llevado como prisionero a la Torre de los Lujanes de Madrid, lugar al que llegó el 12 de agosto de 1525. Allí permaneció recluido hasta 1526, año en el que fue obligado a firmar el Tratado de Madrid, acuerdo por el cual renunció al Milanesado, Nápoles, Flandes, Artois y Borgoña.